jueves

Todo Sigue Igual...

Considero es fácil hacer marchas, plantones, huelgas, y mítines. Resulta bastante difícil cambiar conciencias, creencias y modos de pensar, pero resulta todavía más difícil abrir los ojos de la gente e impulsarlos a actuar; no es uno ni dos los que a diario se muestran inconformes con las cosas más variadas, desde el salario tan bajo que obtienen por su trabajo, el estudiante que se queja o de las altas cuotas de instituciones educativas o por la deficiente educación que recibe; aquel que se queja por no haber obtenido un lugar en una escuela, secundaria o preparatoria, disque que porque no hay lugar para todos dicen las autoridades; la ama de casa que ve que cada día logra comprar menos cosas con el “chivo” y ante ello hace hasta lo imposible para ahorrarse unos centavitos ya sea comprando en los lugares más económicos o incluso comprando cosas de no tan buena calidad, pero sabe que no lo va poder hacer mucho tiempo pues el jitomate, el aguacate, el frijol, todo está cada día más caro y a ella le dan a la quincena el mismo “chivo”, pues su esposo recibe exactamente lo mismo cada quincena a pesar de que la gasolina aumenta más y más, a pesar de que cada día gasta más en trasportarse de su casa a su lugar de trabajo y viceversa, y a pesar de que tenga ya varios años trabajando para la empresa que trabaja. En general podemos encontrarnos a un México inconforme, descontento, cansado, y donde quiera escuchamos voces que dicen “ya basta”, vemos surgir líderes que siempre creemos nos van sacar del apuro, decimos “este sí va cambiar las cosas” y atención porque hablo sólo de políticos, porque las conciencias, la manera de pensar se puede intentar cambiar desde un salón de clases, en una tertulia tomando un cafecito, hasta con los amigos disfrutando de unas buenas cervezas. No digo que esto sea suficiente porque obviamente no lo es, el amigo después de las cervezas no se le vuelve ocurrir pensar (menos actuar) sobre la escasa posibilidad que tienen de alimentarse sus vecinos de Norias de Paso Hondo, mucho menos el compañero del café se le ocurre detenerse a tirar la basura en su lugar contribuyendo así a que exista menos contaminación en la ciudad, ni que decir de los alumnos que nada más suena la campana de fin de clases y olvidan que la democracia no ha demostrado ser la mejor forma de gobierno y por lo tanto seria tiempo de pensar en una mejor.
Se ha escuchado constantemente, de un tiempo para acá, que no tarda en estallar una revolución social, que no falta mucho para que el pueblo se levante en armas contra sus gobernantes y contra sus patrones, que el pueblo ya está cansado de tanta injusticia, que ya mero llega quien va cambiar la cosas, y yo no dejo de preguntarme: ¿cando es ese “ya mero”?, ¿qué tanto es ese tiempo que ha tardado cientos de años en llegar? No me diga usted, querido lector, que la injusticias sociales o la desigualdad económica es de solo 10 años la fecha, porque no es así, a mis padres y a mis abuelos antes que a ellos, les tocó vivir lo que es ser explotados por unos cuantos pesos, mientras que las empresas, y los patrones obtienen ganancias exageradas, lo que a ellos o a mi nos pagan, por hacerlo, diez pesos, ellos lo venden en 50 o hasta más.
No puedo evitar en este punto recordar lo que decía un filósofo muy querido para mí acerca del pensamiento (me refiero a George Steiner, en su libro diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento), creía que era demasiado dudoso creer que algo que a mí se me hubiera ocurrido no hubiera sido pensado por alguien más. Considero tiene razón, pues yo no soy el primero que ve las injusticias sociales, yo no soy el primero en tratar de hacer conciencia, y mucho menos soy el primero en intentar actuar porque no me gusta el México en el que vivo, y el problema radica precisamente en eso, en que no soy el primero, lo que me hace inevitablemente pensar: ¿por qué antes no ha funcionado?, ¿por qué todos esos cientos de personas inconformes no se unen y alzan la voz?, ¿por qué esos millones de personas que no tienen el México que desean no actúan para cambiarlo?, ¿por qué esperan un mesías que les diga cómo y cuándo hacerlo? ¿Qué opina usted querido lector? ¿Vivimos así porque es lo que merecemos?
Me gustaría tener las respuestas para compartirlas con usted, desafortunadamente todo me inclina a pensar que se debe a nuestra naturaleza como mexicanos, a nuestra pereza, a nuestro constante esperar a que lo haga alguien más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario